El presidente de ERC, Oriol
Junqueras, ha reclamado este miércoles al presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, que se comprometa públicamente a descartar una intervención militar
sobre Cataluña para frenar un referéndum de autodeterminación.
Junqueras ha reaccionado así
a las declaraciones de PP y PSOE sobre la carta que los eurodiputados de CiU,
PSC, ICV y BNG enviaron a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane
Reding, para censurar las "intolerables invocaciones a las Fuerzas Armadas"
y a su posible intervención al hilo de la situación en Cataluña.
No doy crédito, el
presidente de un partido nacionalista minoritario catalán le exige al
Presidente del Gobierno de la Nación que garantice públicamente que las Fuerzas
Armadas de dicha Nación no irrumpirían en la comunidad autónoma catalana, en
caso de que el presidente de la Generalitat convocase un referéndum ilegal, el
cual cometería un delito si lo hiciese, y le ha pedido al Parlamento Europeo
por escrito que tome medidas para impedir que un país democrático como España
pueda aplicar la ley con el fin de garantizar su orden constitucional.
Me pregunto si la gente
tiene sentido del ridículo para ciertos asuntos, ¿acaso creen estos políticos
catalanes que la Unión Europea va a interferir en todo este jolgorio organizado
por dichos políticos? Ni aunque se quejasen a la ONU conseguirían algo sobre lo que la Unión Europea no tiene jurisdicción alguna.
España es un país
democrático con una Constitución aprobada por mayoría en las urnas y en las
Cortes, la Soberanía Nacional reside en el pueblo español y el garante de la
Constitución es el Jefe del Estado, el rey Juan Carlos I.
El orden constitucional se
defiende mediante la legalidad, los tribunales competentes, y, en su defecto,
las Fuerzas Armadas.
Si un gobierno autonómico,
del signo que sea, decide ignorar las leyes del Estado español, ahí está la
Constitución para aplicarla, en su artículo 155 se deja bien claro, si esto no
fuese posible, se aplicará la coacción mediante la intervención militar. Es
perfectamente lícito y democrático porque es parte de los mecanismos que tiene
el Estado para defender el territorio, es decir, sus regiones, o Comunidades
Autónomas, que es la forma en la que está dividida España.
Nunca antes se ha realizado
tal maniobra, pero estoy seguro que si España la gobernasen otros, como
políticos británicos o alemanes, al día siguiente ya estaban los tanques en
Barcelona.
Que ladran, que ladren, se defiende lo legítimo, no son una colonia
invadida por una potencia extranjera, son españoles como tú y como yo, de origen
andaluz la mayoría, pertenecieron, pertenecen y pertenecerán al conjunto del
Estado español. Lo demás son bravuconerías.
La Constitución es la Norma
Suprema del ordenamiento jurídico español, nadie, a la ligera puede pasarse por
el forro de la chaqueta dicha norma, es delito de alta traición al Estado, lo
mismo que si el ejército o Fuerzas Armadas se revelasen contra dicho
Ordenamiento Jurídico, para eso están y tienen su función, defendernos y
defender el Estado, el territorio, el conjunto de las autonomías.
La Constitución es el
documento que garantiza por escrito nuestros deberes y derechos, nuestras
libertades como individuos y ciudadanos de este país llamado España. Si alguien
intenta abolir algo de lo que contempla la Constitución o hacer política por
encima de dicha norma, ahí están los tribunales de justicia y los cuerpos de
seguridad del Estado para defendernos.
Cualquier país democrático
actuaría de la misma manera en una situación similar, sin diferencias, los
mecanismos en democracia son parecidos de un país a otro.
Lo importante de todo esto
es que haya un político en España que se atreva, en una situación límite, a
ordenar al ejército intervenir en Cataluña, no hay lo que tiene que haber,
bemoles, porque no hay sentido del Estado como tal, ni hay grandes estadistas
capaces de apagar estas revueltas y bravuconadas de los políticos
nacionalistas.
No cabe un tonto más en
España. A falta de sensatez, el nacionalismo gana adeptos, la cultura de la
incultura.
El mundo al revés.