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lunes, 8 de diciembre de 2014

Qué pena de país

Qué pena de país, qué pena derrochar tantos años de historia, de lucha, de guerras internas, para desembocar en toda la situación actual. La democracia era esto, no lo sabía Pelayo, tampoco los Reyes Católicos, Franco la detestaba, Cánovas del Castillo decía que los españoles son incapaces de gobernarse por sí mismos.
 
Es por ello que nos implantaron una monarquía allá por 1978 a modo de experimento de laboratorio donde implantan embriones, por eso hay rey, y además Borbón, porque somos incapaces de gobernarnos a nosotros mismos. Sólo Pablo Iglesias puede demostrar lo contrario, que podemos hacer un cambio, y en lugar de entonar La Marsellesa, entonaremos La Praviana.
 
Dejé de creer en la democracia española cuando apareció en escena el pequeño Nicolás, ese chico con jersey de Lacoste que se peina como Aznar. Valiente bribón, el caradura más grande que ha dado España, encabezando el ranking con Urdangarín.
 
España pasó de ser una dictadura gris, un país triste gobernado por un tirano analfabeto que nos colocó como la séptima economía mundial a convertirse en una partitocracia corrompida de la A a la Z y en lo social un país vulgar, sin ideas, sin motivación, sin interés alguno por cambiar y mejorar, donde todo es banal, de mal gusto, zafio, basta con echarle un vistazo a la página web de Telecinco.
 
Si España no se quiere a sí misma porque algunos de los españoles no se respetan ni entre ellos ni a sí mismos, ¿quién va a querer a España? ¿La ONU? ¿La OTAN? ¿El Tribunal de La Haya? ¿El de Estrasburgo? ¿Estados Unidos? Estados Unidos no quiere ni ha querido jamás a España, quiere nuestros recursos, nuestra rendición incondicional, que roguemos de rodillas. No basta con Rota y Torrejón de Ardoz, tampoco con haber regalado el Sahara español o renunciar a Gibraltar, o haber ido a Irak, lo quieren todo, absolutamente todo, de eso México sabe un rato.
 
Qué pena de país el nuestro cuyos representantes van a la cumbres iberoamericanas cual safari a dar lecciones a los que ya han visto las barbas del vecino pelar.

domingo, 24 de marzo de 2013

España contra el mundo y el mundo contra España

La política exterior de España ha sido siempre un desastre, una cuestión de ineptitud estrepitosa perpetrada a lo largo de los años. Participan de esa política siempre los mismos, en un principio eran aristócratas, validos, nobles, luego la tarea evolucionó a los burgueses, pero todos ellos eran simple y llanamente tontos con dinero, aferrados al poder, que no eran grandes estrategas, sin dotes para la diplomacia internacional.


Cuando no hay una idea clara de hacer política, todo lo demás no se sustenta, es lógico que los demás países del mundo nos tomen a chifla si hoy decimos una cosa y dentro de tres años decimos otra.
Un ejemplo claro de este dondedijedigodigodiego es la cuestión de Gibraltar, el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo se ha propuesto desmantelar todo lo relacionado con el Foro Tripartito creado en la época del gobierno de Zapatero.
La intención puede ser buena, la de no dejar que Gibraltar participe en tales negociaciones de soberanía, las cuales no existen para el Reino Unido, es un tema del que no se habla ni están dispuestos a tratar, pero el Ministro, con su vuelta de tuerca, vuelve a mostrar internacionalmente que España es un país donde cada vez que gobierna un partido político distinto, se desmantela todo lo creado por el gobierno anterior, ya sea en materia de educación, justicia, sanidad o asuntos sociales, así, cada cuatro u ocho años tenemos que adaptarnos a lo que dicte la ideología del momento, en lugar de aplicar la lógica y dejar las cosas como están.
Allá por 1982, cuando estalló el conflicto de las islas Malvinas, lo cual presentó una situación análoga a la de Gibraltar, España, entonces gobernada por la UCD de Calvo Sotelo, se posicionó políticamente a favor del gobierno de Margaret Thatcher, y, antes de que estallase el conflicto, en uno de los debates del Consejo de Seguridad de la ONU, allá por 1982, España se abstuvo. El entonces ministro de Exteriores, José Pedro Pérez Llorca, envió un mensaje personal de buenos deseos a Lord Carrington, su homólogo británico, diciendo que “el Gobierno español estaría dispuesto a hacer lo que se considerara útil dentro del limitado rango de posibilidades a su disposición”.
Efectivamente, España apoya a Reino Unido en la guerra contra Argentina, pero al mismo tiempo reclama la soberanía de Gibraltar, en manos de Reino Unido desde 1713 (este año se cumplen 300 años). El Gobierno de Franco cerró la verja de Gibraltar en 1969 pero el Gobierno de Felipe González la reabrió en diciembre de 1982. Los gibraltareños o “llanitos” deben ya estar acostumbrados a tanto vaivén político proveniente de España. Ahora entiendo el refrán portugués que dice “de España ni buenos vientos ni buenos casamientos”.
Se podrían citar una larga lista de ejemplos, como la retirada del ejército del Sahara Occidental y luego la súplica que se hace para que los habitantes de tal territorio sean independientes, o la postura en contra a la independencia de Kosovo, por miedo a los nacionalismos internos de España que podrían verlo como un acto de tolerancia, se podría ir más atrás en el tiempo y hablar de la nefasta declaración de guerra a los Estados Unidos en 1899 en unas condiciones muy inferiores de guerra o las inútiles guerras de religión llevadas a cabo por Felipe II utilizando los recursos provenientes de América y Asia por el empeño de una cruzada a favor del catolicismo, lo cual permitió a los ingleses instalarse en la costa oriental de Norteamérica.
España lleva desde el año 1700, casi los mismos años que tiene Gibraltar, sin dar una en el clavo con respecto a temas de política internacional, no es que haya tenido la culpa en todo lo que le ha ocurrido históricamente los gobiernos sucesivos pero la falta de eficacia a la hora de diseñar una política exterior brillante como la que había en época de los Austrias mayores, nos hizo perder el imperio progresivamente, sumirnos en una gran depresión de la que sólo hemos salido durante ese maravilloso renacimiento español que existió de 1992 a 2008.
Dejando de lado si el concepto de nación es discutible o no, habría que trazar una política exterior decisiva, quiénes tienes que ser nuestros permanentes aliados y quienes no, con quienes hay que negociar, pero cuando se trata de negociar, no se trata de llevarnos bien con un país x y luego dejarles tirados, como hicimos en Irak, se está a las duras y a las maduras. España suspenso en diplomacia internacional.

jueves, 25 de octubre de 2012

El mundo al revés




El presidente de ERC, Oriol Junqueras, ha reclamado este miércoles al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que se comprometa públicamente a descartar una intervención militar sobre Cataluña para frenar un referéndum de autodeterminación.

Junqueras ha reaccionado así a las declaraciones de PP y PSOE sobre la carta que los eurodiputados de CiU, PSC, ICV y BNG enviaron a la vicepresidenta de la Comisión Europea, Viviane Reding, para censurar las "intolerables invocaciones a las Fuerzas Armadas" y a su posible intervención al hilo de la situación en Cataluña.

No doy crédito, el presidente de un partido nacionalista minoritario catalán le exige al Presidente del Gobierno de la Nación que garantice públicamente que las Fuerzas Armadas de dicha Nación no irrumpirían en la comunidad autónoma catalana, en caso de que el presidente de la Generalitat convocase un referéndum ilegal, el cual cometería un delito si lo hiciese, y le ha pedido al Parlamento Europeo por escrito que tome medidas para impedir que un país democrático como España pueda aplicar la ley con el fin de garantizar su orden constitucional.

Me pregunto si la gente tiene sentido del ridículo para ciertos asuntos, ¿acaso creen estos políticos catalanes que la Unión Europea va a interferir en todo este jolgorio organizado por dichos políticos? Ni aunque se quejasen a la ONU conseguirían algo sobre lo que la Unión Europea no tiene jurisdicción alguna.

España es un país democrático con una Constitución aprobada por mayoría en las urnas y en las Cortes, la Soberanía Nacional reside en el pueblo español y el garante de la Constitución es el Jefe del Estado, el rey Juan Carlos I.

El orden constitucional se defiende mediante la legalidad, los tribunales competentes, y, en su defecto, las Fuerzas Armadas.

Si un gobierno autonómico, del signo que sea, decide ignorar las leyes del Estado español, ahí está la Constitución para aplicarla, en su artículo 155 se deja bien claro, si esto no fuese posible, se aplicará la coacción mediante la intervención militar. Es perfectamente lícito y democrático porque es parte de los mecanismos que tiene el Estado para defender el territorio, es decir, sus regiones, o Comunidades Autónomas, que es la forma en la que está dividida España.

Nunca antes se ha realizado tal maniobra, pero estoy seguro que si España la gobernasen otros, como políticos británicos o alemanes, al día siguiente ya estaban los tanques en Barcelona. 

Que ladran, que ladren, se defiende lo legítimo, no son una colonia invadida por una potencia extranjera, son españoles como tú y como yo, de origen andaluz la mayoría, pertenecieron, pertenecen y pertenecerán al conjunto del Estado español. Lo demás son bravuconerías.

La Constitución es la Norma Suprema del ordenamiento jurídico español, nadie, a la ligera puede pasarse por el forro de la chaqueta dicha norma, es delito de alta traición al Estado, lo mismo que si el ejército o Fuerzas Armadas se revelasen contra dicho Ordenamiento Jurídico, para eso están y tienen su función, defendernos y defender el Estado, el territorio, el conjunto de las autonomías.

La Constitución es el documento que garantiza por escrito nuestros deberes y derechos, nuestras libertades como individuos y ciudadanos de este país llamado España. Si alguien intenta abolir algo de lo que contempla la Constitución o hacer política por encima de dicha norma, ahí están los tribunales de justicia y los cuerpos de seguridad del Estado para defendernos.

Cualquier país democrático actuaría de la misma manera en una situación similar, sin diferencias, los mecanismos en democracia son parecidos de un país a otro.

Lo importante de todo esto es que haya un político en España que se atreva, en una situación límite, a ordenar al ejército intervenir en Cataluña, no hay lo que tiene que haber, bemoles, porque no hay sentido del Estado como tal, ni hay grandes estadistas capaces de apagar estas revueltas y bravuconadas de los políticos nacionalistas.

No cabe un tonto más en España. A falta de sensatez, el nacionalismo gana adeptos, la cultura de la incultura.

El mundo al revés.

lunes, 1 de octubre de 2012

Puro y paro


Una de las fotos más polémicas de la pasada semana fue la imagen tomada por el fotógrafo Jonan Basterra a Mariano Rajoy, en compañía de su séquito y escoltas,  paseándose por la Sexta Avenida de Nueva York, cuando se dirigía a la sede de la ONU, para pronunciar su discurso ante la Asamblea General.
La foto en sí, podría haber pasado desapercibida, sino fuera por el hecho de ver en ella al Presidente del Gobierno español fumando un puro en plena calle, lo cual se contrapone a la tensa situación vivida en Madrid un par de días antes con la manifestación de 25-S, sucesos que volvieron a repetirse  el sábado 29 en la Plaza de Neptuno.
No ha debido de ser una semana horribilis como tal para el Presidente del Gobierno cuando una de las frases que ha pronunciado en Nueva York fue: “Es una situación fascinante ésta que estoy abordando”.
Imagino que viajar a Nueva York, alojarse unos días con todos los gastos pagados en uno de los mejores hoteles, visitar el diario conservador “Wall Street Journal”, caminar por una de las mejores calles de la ciudad  y disfrutar de un caro habano, debe ser fascinante, aunque este señor se olvida, por unos momentos, que está en viaje oficial, no de vacaciones, que la premisa de su viaje es la de mejorar la imagen exterior de un país quebrado, el cual se manifiesta a menudo, porque el paro afecta a millones de personas en España y cientos de miles de familias.
La foto es la antítesis de lo que hemos estado viendo toda la semana pasada en los medios de comunicación, los disturbios en Madrid y los antidisturbios peleándose con los manifestantes. Tanto unos como otros se han excedido en sus propósitos y esto ha traído consigo que los miembros de la Policía hayan perdido los nervios en más de una ocasión. Dicha foto se contrapone a otras fotos más dolorosas que hemos estado viendo en internet y televisiones, donde jóvenes lanzan piedras a los miembros de la Policía y donde los agentes de seguridad apalean a varios de los manifestantes, les toman declaración y se los llevan detenidos. A esta situación, desgraciadamente, hemos llegado en España, un país con casi seis millones de parados.
Rajoy, en lugar de viajar para mejorar la imagen de España ha acudido para deteriorar esa imagen, en primer lugar porque no habla inglés, ningún presidente de los gobiernos que ha habido en España lo ha sabido hablar ni ha hecho el mínimo esfuerzo por aprenderlo, esto marca una barrera sociocultural de cara a las relaciones diplomáticas y políticas difícil de superar, no es lo mismo hablar cara a cara con Barak Obama que utilizando traductores simultáneos.
En segundo lugar, el papel de Rajoy es cómico, es cierto que si antes dábamos por sentado que tiene un cierto parecido con Groucho Marx, la foto de este artículo lo corrobora, faltaba el elemento que mejor lo caracterizase como el hermano mayor de los Marx, el famoso puro. Como tal cómico, ha ido caminando por la céntrica calle de Nueva York dando una imagen ridícula, casposa, mediocre y muy carca. Es la quintaesencia del ridículo, viene a ser como cuando Manuel Fraga se bañó en Palomares en 1966, cuando era Ministro de Información y Turismo.
En tercer lugar, su actitud de cara a los medios y sus declaraciones, dijo “estar fascinado” mientras en España la gente se rebela contra la Policía Nacional, porque creen que su derecho a manifestarse es perturbado por los cuerpos de seguridad, o se violan derechos fundamentales como la libertad de expresión. Todo ello es cuestionable, pues ni los manifestantes tiene que ir a una manifestación con piedras en los bolsillos, o tapas de contenedores de basura pegadas al torso, ni los miembros de los cuerpos de seguridad del Estado tienen que atemorizar, tirar al suelo o pegar a personas que no han hecho nada más que preguntar por una identificación, repito, todo es cuestionable, ni los malos son tan malos ni los buenos son tan buenos. Pero en una situación así, como la que vive España, donde cada dos o tres días hay una manifestación, en las cuales siempre se introduce alguna personas violenta, así como policías vestidos de calle, decir que la situación le “fascina”, pues denota un cierto tinte sadomasoquista por su parte.
Por último, el acto de encender un puro y fumarlo en plena calle, a efectos de body language (lenguaje corporal, ese que los anglosajones analizan a la perfección y es fundamental para describir las acciones de un individuo), es muy negativo, por el simple hecho de que la acción de encender un puro y fumarlo, se suele realizar en momentos en los que hay que celebrar algo, por ejemplo, o cuando un trabajo ha sido finalizado con éxito; es parte de ese lenguaje corporal del ser humano, al igual que un cigarrillo se fuma para aliviar el nerviosismo, por el efecto de la nicotina, el puro es más glamuroso, es un acto de sentirse bien consigo mismo, es una muestra de poder, denota poder económico, satisfacción, fin de un trabajo bien hecho o de un plan llevado a cabo.
En cualquiera de los citados ejemplos, no veo que Mariano Rajoy haya terminado una labor satisfactoriamente, apenas lleva nueve meses de legislatura y el pueblo ya le está pasando la factura porque muchos se sienten engañados, tampoco hay por qué mostrar satisfacción porque nada se ha logrado aún, ningún objetivo, seguimos padeciendo la crisis desde hace cuatro años, cuando otros países ya han superado dicha crisis, y tampoco veo por ningún lado motivos para celebrar un éxito, porque España está ahogada y, a punto de solicitar el rescate financiero de sus bancos a la Unión Europea.
Dicho lo anterior, este señor ha hecho un ridículo estrepitoso en Nueva York, mientras la Policía Nacional española, amedrenta al pueblo que se manifiesta, porque el nuevo Gobierno le ha dado mayores poderes de coacción. No hay más que sustituir los uniformes actuales por los de los famosos “grises” de antaño y la diferencia es mínima, no se observa diferencia alguna en el paso de casi 40 años, si antes el pueblo español se manifestaba por la falta de libertades, ahora se manifiesta por la falta de capacidad adquisitiva y el endeudamiento paulatino.
El viaje de Rajoy a Estados Unidos ha sido un desastre absoluto, una muestra más de como el nuevo Gobierno sabe hacer el ridículo, en tiempos de crisis en España, el Presidente se fuma un puro, me imagino que no a la salud de los españoles, sino a la de los americanos, que ven con escepticismo sus reformas.
Por un lado un Presidente incompetente que mintió al electorado con su programa se fuma un puro en la Sexta Avenida, porque cree que los que se manifiestan en Madrid o en Barcelona son una minoría y la verdadera mayoría está en su casas, por el otro, la gente de todas las edades que no tiene para comer, que no encuentra un trabajo porque el paro crece cada día y no se encuentra la forma lógica de reducirlo. El ying y el yang, las dos caras de la moneda.
El puro de Rajoy y el paro de España.