Estaba tan cansado de caminar, que opté por compartir el único banco disponible de aquel parque tan verde con un señor de mediana edad que leía el periódico.
- ¿Y qué dice hoy la prensa, lo mismo de siempre verdad? Le pregunté para iniciar una breve conversación que supliese aquella recuperación de mi fatiga.
- Todo bien señor, todo bueno, así es como tiene que ser. Me respondió educadamente.
- Pero, ¿no hablan del caso Bárcenas, o de los problemas financieros de Chipre, de la guerrila kurda o de la imputación a Sarkozy?
- No señor, se equivoca, este periódico es El día, matizó.
- Pues no tengo el gusto de conocerlo, ¿lo han sacado hace poco? Le pregunté.
- No, siempre lo ha habido, es un periódico que sólo da las buenas noticias, me dijo.
- ¿Y qué hacen con las malas noticias? ¿No las publican? Le volví a preguntar.
- Sí, para eso está el periódico La noche, me contestó.
- ¿Y usted qué prefiere El día o La noche? Le pregunté.
- Yo prefiero la noche, porque trabajo de noche señor, me respondió.
- O sea que usted lee El día durante el día, le comenté.
- Sí señor, me es imposible leer El día durante la noche.
Como la conversación me estaba provocando un eclipse cerebral, opté por levantarme e irme, antes de hacerlo le dije al hombre que leía:
- Que tenga usted un buen día leyendo El día por el día, me voy al supermercado DIA.
- El DIA no abre por la noche, me avisó.
- ¡Lo sé! le dije en un tono más elevado. ¡Buenos días!
Y continué mi andar en dirección al supermercado.