Han tenido los homosexuales, bisexuales y transexuales que aprender acerca de su sexualidad en la calle, por sí mismos, ya que nadie sabía antes cómo hablar de este tema, ni siquiera las personas más allegadas a ellos (sus padres). Es fácil imaginar que con todos los estigmas, falta de ejemplos positivos y la falta de educación formal, nos encontramos en una sociedad homofóbica donde incluso un sector de los mismos homosexuales se discriminan entre ellos.
No me merece ningún respeto la homofobia gay, es decir, aquellas actitudes propiciadas por personas que se dicen de condición homosexual, que anhelan la popularidad a cualquier precio y no reúnen ningún carisma o formación para destacar por algo y discriminan en las redes sociales a otros gays por su trabajo o formación. La homofobia gay es una tendencia tan habitual y cotidiana como la de ser homosexual; no hay mayor crueldad física pero sobre todo mental que la de un gay hacia otro gay. “No, no, no, no, una iglesia rosa no, eso si que no, vamos, no lo veo yo, no, no, no, aquí no”. Yo no pensaba que los gays de ciertos lugares de España fuesen tan negativos, oscuros e intolerantes.
Mucho se ha debatido sobre la homofobia gay. Recientemente he tenido una pequeña discusión con Anastasio Noval, el cual es gay, y le dijo a sus primos, los Lastra-Lastres Luerces que me pongan insultos en mi propia página de Facebook mientras ellos me difaman a través de sus perfiles alegando que soy un perturbado mental. Investigando en el árbol genealógico de los Lastra-Lastres pude comprobar que uno de sus antepasados era Agapito Lastra-Lastres Pituca, un periodista de la dictadura de Franco… es decir, los que tienen un apellido muy largo no toleran que los que no lo tenemos, o lo tenemos muy corto, nos expresemos. Para ser erudito en los pueblos basta con tener el bachillerato, venir de Madrid, vivir del apellido, dirigir el cotarro, asistir a los besamanos y amanazar por las redes sociales al prójimo (como se hacía antes por teléfono), la derechona no cambiará nunca.
Los descendientes de fascistas que han salido del armario en los últimos decenios y son los primeros en discriminar, subestimar e insultar a otros gays porque llevan el gen de la difamación y la exclusion social en la cabeza, conforman el grupo de personas que se denomina “fascismo gay”, viven del pasado, quieren ser respetados y lo son porque el vulgo es ignorante, y así llevar la voz cantante en el lugar donde se hayan, que es muy enano, es el querer y no poder, pues por sí mismos carecen de brillo en el presente “yo soy un hijo predilecto de Patatín”, mentira, nunca lo fuiste, decías que lo eras en las reuniones de socios del Casino. Algunos de estos gays son amigos de personas con perfiles en facebook que incluyen fotos de temática fascista y mensajes haciendo apología a regímenes ya pasados, los cuales aprovechan el tirón de la crisis para reivindicar lo que ya casi nadie quiere volver a vivir. Quieren seguir hablando mucho y diciendo poco, perpetuando la tradición, gobernando en el ayuntamiento, en el cementerio, en la iglesia y en el cuartel.
Por tanto, no es de extrañar, que te rechacen cuando quieras formar parte de un grupo formado por alguno de ellos en Facebook, la exclusion social es parte de su genética heredada. Era en época del dictador cuando se daban palizas a los homosexuales, a algunos se les obligaba a exiliarse (Miguel de Molina) a países como México, Francia o Reino Unido, que eran democracias de verdad, se les intimidaba y difamaba para arruinarles la vida si se quedaban. El franquismo persiguió a los gays y algunos gays que provienen de familias que fueron o aún son franquistas persiguen hoy en día en pueblos y ciudades a otros gays que no piensen igual o sean políticamente incorrectos, es el odio en estado puro, repiten el mismo patron de conducta que sus ancestros, no pueden llegar a la violencia porque la democracia no se lo permite, pero van de pueblo en pueblo difamando o lo hacen a través de internet, tienen que salvaguardar el honor, cuando el honor sólo sirve como estiércol para abonar las plantas. Se escudan en que son gays mientras practican esta actitud social de dominación.
A tenor de lo visto, sólo me queda pensar que Franco no ha muerto aún en España, que vive en la memoria, en la piel y en los genes de los hijos, nietos y biznietos de aquellos que fueron afines a su régimen de odio y de muerte y algunos de estos, que son gays, que se hacen llamar a sí mismo “maricas”, degradándose cuando lo dicen, son verbalmente agresivos, socialmente inestables, mentalmente sucios y todos ellos juntos sólo suman una neurona. Suelen ser los primeros que hablan de humildad cuando carecen de conocimiento del significado de la palabra humildad.
¿Puede la homosexualidad ir de la mano del fascismo? Sí, es el fascismo gay. Y como los jóvenes de hoy en día conforman una generación perdida, es fácil de suponer que acaban formando parte de este getto basura.