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jueves, 7 de marzo de 2013

El "share" del lunes noche



Andan Telecinco y Antena a la caza del share (cuota de pantalla) la noche de los lunes, la guerra por ahora la ha ganado Antena 3.
Se queja Mercedes Milá de que Gran Hermano pierde audiencia los lunes noche y pide su reprogramación para la noche de los jueves como antaño. En el camino se han quedado medio millón de espectadores que han preferido ver Splash! famosos al agua en la "cadena triste".
Ojalá no sea una cuestión de día de la semana y si el comienzo de un cambio en el gusto de los televidentes, que de continuar así terminen con la agonía de un programa zafio y vulgar como Gran Hermano, perpetuado hasta la extremaución, donde acuden todos los tontos, zorras, chulos y macarras de España.
Lo raro no es que por fin los televidentes prefieran ver algo diferente como alternativa a ese pseudo espectáculo de la España más bizarra, grotesca  y cañí, lo raro sería averiguar que por fin vamos a perderlos a todos ellos de vista.
El prime time de la televisión española aún tiene en su parrilla programas que hace mucho tiempo que deberían de haberse enterrado en el baúl de los recuerdos, como este de la Milá, que dan verguenza ajena, poca diferencia hay entre ver Gran Hermano o Gandía Shore, es prácticamente lo mismo.
Esperemos que en un país de tan poco buen gusto como el nuestro, los gustos vayan cambiando y los buenos gustos vayan en aumento, por una tele de calidad.

viernes, 13 de abril de 2012

Un país mediocre

 
 
Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.  Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre.
 
Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. Tampoco en tres o cuatro años. Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan, solo porque son de los nuestros.
 
Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.
 
Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura.
 
Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera unos mínimos conocimientos sobre política internacional.
 
Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.
 
Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado.
 
Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir.

Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro, que, sin embargo, encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas.
 
Mediocre es un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada.
 
Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad, y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza.
 
Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Facebook


Hay gente que realmente no sabe utilizar Facebook. Es cierto que facebook tiene muchos defectos que atribuirle, pero una de las maravillas de este invento, es que podemos decir cosas que, quizás en persona, no nos atreveríamos. Facebook es ocio, puro y duro, es el sustituto de aquellas reuniones en la calle que antes se hacían con los amigos. Por eso cada uno usa Facebook a su manera, hay gente que es dada a hablar de todo, sin tapujos, lo cual es divino, y más entre periodistas, y hay otra gente pues que prefiere sólo leer los comentarios y mirar las fotos. Es una copia de la realidad, de lo que diríamos (no todo) ahí fuera, en el grupo social siempre hay unos que llevan la voz cantante y otros, que son más reservados y no hablan de ellos. Es el verdadero Gran Hermano, este red social y no la pantomima que vemos por la tele a la que nos tienen acostumbrados. En este maravilloso grupo social "online", de conexiones y redes, compartimos todo, o casi todo, fotos, música, videos, conversaciones, foros, juegos... cada perfil es una página web propia en sí, en plan "Esta es su vida" y cada uno la airea o no como cree conveniente. Facebook no está hecho para mentes puritanas, sería una contradicción, como el hecho de que alguien se escandalizase por el comentario que otro hiciese de cara a un aspecto sexual. Facebook pone a prueba nuestra tolerancia, cuanto somos capaces de leer y de ver en la pantalla antes de lanzarnos a juzgarlo para bien o para mal. Por eso, a todos esos que creen que otros airean su vida privada, no la airean, no, se ríen de todo, empezando por la realidad, porque Facebook es una herramienta feroz de marketing y publicidad, como en su día lo fue y lo es el cine, la tele, la radio o los periódicos y revistas. Para el periodista, el mundo es un circo inmenso donde el periodista se sienta en la primera fila del patio de butacas a contemplarlo. Desde Facebook miramos ese mundo, como si lo hiciésemos desde cualquier otro canal, siempre desde la ética y los valores. Dejemos de lado la moralina, cada uno es responsable de sus actos, de sus fotos aquí puestas y de sus comentarios, al que no le gusten, que apague (se dé de baja) y se vaya, o nos borre a todos y todas. Un servidor seguirá analizando la realidad (porque es lo que me gusta y lo que sé hacer bien), descomponiéndola en pequeñas partes, y analizando cada una de esas partes para llegar a la conclusión final (el todo), con humor fino, con sarcasmo y belleza estilística.