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sábado, 17 de enero de 2015

Salud y libro nuevo

Al año nuevo le he pedido salud, para mí y para los míos, porque ya nos hemos muerto bastante, y uno se cansa de morir y resucitar tantas veces, el último el pobre perro. Ni Poe hubiese discurrido la idea de enterrar a perros con personas, que digo yo que somos todos humanos, uno con más pelos que otros. Y del perro al hecho hay un trecho, uno saca pecho cuando tiene que hablar de sí mismo porque se piensa que es interesante; “curriculum extenso” (y a mucha honra) me dijo una vez una carbayona de Oviedo (hay carbayonas que viven en Gijón). Hay que admitir que la vida de uno no interesa, así me lo dijo hace tiempo una amiga argentina, y si interesase hay que publicarla cuando se alcanza la tercera edad, por eso rechazo las autobiografías que comienzan por el final y en presente, es decir, a los 35 ó 40 años o en edad de estar amancebado, eso sólo puede interesar al lector medio español, es decir, marujas y "chonis". En España se lee muy poco, mayoritariamente los libros escritos por personajes irrelevantes de la prensa rosa en los que nos cuentan lo que ya contaron en televisión. Convendría leer a Rosa Montero, Pérez Reverte y no a Belén Esteban o Ana Obregón, así es como se mejora la salud mental. Confieso que he vivido pero tiempo hay para contarlo.

domingo, 9 de junio de 2013

El intrusismo en la profesión del Periodismo



Es una gran pena que todos los que nos dedicamos a esta noble profesión tengamos que compartir espacio con gente que es ajena a este mundo profesional y que se entrometen por la simple razón de ocupar un espacio, como si la prensa fuese una delegación de Hacienda o una consejería del Principado. En un país como el nuestro, donde la mano de obra cualificada hace ya dos años que ha comenzado a irse de cien mil en cien mil, sorprende abrir la página web de un periódico cualquiera y observar que una de las columnas de opinión pertenece a una reputada psicóloga de Gijón, a la cual no deben de irle muy bien las cosas allá por la ciudad del Piles cuando viene a Oviedo a decirnos su opinión sobre esto y aquello. Sólo ocurre en España el intrusismo, ¿qué tal que los periodistas, nosotros, fuésemos a un hospital a tratar de curar a los pacientes? La respuesta es que nos echarían a patadas sin la menor contemplación. Yo entiendo que escribir sabemos todos, también cantar y hasta jugar al fútbol, pero hay zonas que no deberían de traspasarse, porque provoca verguenza ajena. Yo me conformo con mi blog para poner al país de vuelta y media, que es lo que se merece, pues no resido en él, pero me ofende sinceramente ver que se le concede espacio a personas que no son periodistas para publicitarse esas personas a sí mismas y por consiguiente su negocio empresarial utilizando al periódico. ¿O acaso la doctora no ha incrementado el número de pacientes desde que sale en la TPA de comentarista y en La Nueva España de columnista?

sábado, 6 de abril de 2013

La Nalona y el Nalón

¿Qué sería del río Nalón sin la fuente La Nalona? Pues la categoría de su agua no sería la misma.  ¿Y qué sería de Muros de Nalón sin el río Nalón? Pues que sería simplemente Muros, porque no sería testigo de su desemboca en la ría de San Esteban y, posteriormente, en el mar Cantábrico. ¿Y qué seria de Asturias sin el río Nalón? Pues que no existiría el Valle del Nalón, con lo cual no podríamos disfrutar de este explendido y único paisaje que enamora a todo el visitante con su pureza. El Nalón es el río que nos lleva y nos trae, en sus más de 153 kilómetros absorbe todo lo que encuentra a su paso, se nutre de afluentes, como el Orlé y el Nora, siendo el más importante el río Narcea. Todos somos hijos de sus aguas, ya sean de Laviana, de San Martín del Rey Aurelio, de Langreo, de Oviedo, de Ribera de Arriba, de Grado, de Las Regueras, de Candamo, de Pravia, de Soto del Barco o de Muros de Nalón, el río más caudaloso y largo de Asturias es el río de la vida de cualquier asturiano. La Nalona es la madre que parió al río, para verla hay que subir hasta el Puerto de Tarna, a unos 1500 metros de altura, donde una placa con la inscripción del año 1936 se puede contemplar en la fuente de piedra. Es ahí donde brotan las aguas cristalinas de un río que, a medida que avanza en sus trazado por la geografía asturiana, va siendo testigo del acontecer de las vidas de todos estos concejos mencionados.


domingo, 24 de marzo de 2013

Diálogo sidrero



- Estoy buscando la calle de la perdida - le pregunté al anciano hombre que fumaba tabaco de liar mientras me observaba, confundido, dando vueltas en círculo y con el mapa en la mano.
- Esa calle en realidad se llama de la pérdida, lo que pasa que cuando la fueron a registrar le pusieron un acento  que no debería de tener – precisó el anciano.
-  A mí me han dicho que pregunte por la calle de la perdida  - le recalqué.
- O sea que le han llamado muchas veces a usted por teléfono – me dijo sorprendido.
- ¿Por? No, no tengo llamadas perdidas – aclaré.
- La calle de la perdida está en Rabia, esto es Babia – me dijo.
- ¿Babia? – pregunté sorprendido.
- Sí, estamos en Babia – exclamó.
- O sea que estamos perdidos – contesté.
- No, perdido está usted, yo sé bien donde vivo, yo vivo en Babia – me corrigió.
- Pues que pena… - pensé para mis adentros.
- Ahora si lo que usted busca es la calle de la perdida, tiene que ir a Rabia, esto es Babia de la Barzana – precisó el anciano.
- ¿Y cómo se va a Rabia? – le pregunté con intriga.
- A Rabia hay que ir rabiando, cagándose en todo, usted suba en un autobús o tren y cáguese en todo, en la  puta por ejemplo, y llegará a Rabia de los Cuervos – matizó.
- ¡Eso es!, algo me dijo mi amiga de unos cuervos – exclamé.
- En Rabia de los Cuervos sólo viven hombres y rumanos, señor mío. Si usted es maricón tendrá que ir a Oviedo 
   –  me indicó.
- Pero mi amiga vive en Rabia – respondí.
- ¿Y ella le espera con rabia o con anhelo? – me preguntó.
- Con anhelo, porque la voy a visitar y luego vendremos todos, Anhelo, ella y yo a Babia – le dije.
- No se vayan a perder cuando salgan de la calle de la perdida, si están ustedes perdidos eso es por estar en  babia, cojan un taxi para bajar a Babia de la Barzana, si quiere pregunte por el señor  Miguel – explicó.
- Muy bien, de acuerdo señor Miguel – le dije dándoles las gracias.
- No, yo no soy el señor Miguel, yo soy el señor Luis – me corrigió.
- ¿Y para que quiere que pregunte por el señor Miguel si no es usted? – le pregunté con asombro.
- Porque no quiero mucho trato con forasteros, chilenos y homosexuales, que luego nos llevan todas las    subvenciones – dijo molesto.
- ¿Usted está bien? – le volví a preguntar.
- Sí, yo estoy muy bien, lo que pasa que vivo en Babia y no me entero de algunas cosas, sólo de cuando hay     pinchos gratis – dijo con ilusión.
- Gracias, me voy de camino a Rabia de los Cuervos – le dije antes de despedirme.
- Buen viaje joven, buen provecho – me dijo.
- Buena labia se gasta el viejo sidrero – pensé mientras buscaba el autobús de los cagamentos.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Visonadas de visón


Hubo una época en España, allá por los años 70 y 80, en que era habitual ver puesto a las mujeres los famosos abrigos de visón.
A finales de los años 80 la cultura del abrigo de visón decayó, en parte porque las peleterías eran incapaces de crear innovadores diseños acordes a las nuevas modas, durante toda la década de los 90 el visón quedó relegado a pieza de museo, se convirtió en una prenda desfasada, símbolo del maltrato animal, pues el visón es el animal más explotado en las granjas de peletería europeas, junto con el zorro, la chinchilla, el lince, o incluso el hámster.


Ayer, en uno de mis frecuentes viajes a Oviedo, pude observar que la mujer ya entrada en años es portadora de este tipo de abrigos cuando el frío llega al Principado, son muchas las mujeres que llevan puestos los visones y las joyas por las calles de la capital asturiana, uno se siente realmente transportado a otra época, con ese olor de Guerlain en el ambiente impregnándolo todo.
En Oviedo van a contracorriente de la moda, no importa la prolífera campaña mundial que se ha llevado a cabo en contra del uso de las pieles en moda, incluso modelos como Naomi Campbell se han prestado a colaborar en dichas campañas posando desnudas.
Cabe decir que a partir del nuevo milenio, allá por el 2000/2001, se volvió a poner de moda el abrigo de piel, con diseños más juveniles y asequibles en cuanto a estilo para todas las edades, es decir, el visón dejaba de ser un abrigo exclusivamente para señoras que pasasen la barrera de los cuarenta o cincuenta años, ya no era patrimonio de nuestras madres y abuelas, sino que jovencitas podían comprar, siempre y cuando tuviesen esa capacidad adquisitiva, chaquetas juveniles fabricados en este material.
La cultura del abrigo de visón fue compatible con la de los años del gobierno socialista de Felipe González, Isabel Preysler o Carmen Franco Polo fueron ejemplos de personajes del papel cuché habituales de esta moda.
El uso de las pieles en moda es un símbolo de ostentación, no hay nada más caro que un abrigo de chinchilla o de visón, es el lujo del lujo, símbolo de poder económico, denota poder económico y, a la vez, es un ejemplo del mal gusto aquellos que sufren el llamado “síndrome del rico”, el cual consiste en aparentar no ser pobre, aparentar una gran solvencia económica, y lo padecen este síndrome los “nuevos ricos” es decir, aquellos que primero vieron en su vida miseria y carencia.
El abrigo de visón es un anacronismo, un símbolo de una época en la que no se era consciente de muchas cosas, una de ellas, que para la confección de este tipo de prendas hay que asesinar a una tipología de animales que no lo merecen. Es una prenda cara, y llevarla puesta conlleva dar a entender a los demás que no eres pobre, sino todo lo contrario, que tienes la capacidad de comprar un abrigo que vale miles de euros.
El rico de verdad, ese que lo tiene, lo guarda y prefiere la discreción, ese que tiene el buen gusto de combinar unos vaqueros del zara con unas zapatillas deportivas caras y un abrigo de paño huye de este tipo de ostentosidad, de algo que forma parte de la moda hortera de hace décadas.
Aunque siempre quedarán señoras que lleven puesto estos abrigos de visón, empeñadas en visonear, continuarán haciendo visonadas con el abrigo sacándolo a la calle, es decir, visonadas de visón.