Mostrando entradas con la etiqueta Principado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Principado. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de junio de 2013

El intrusismo en la profesión del Periodismo



Es una gran pena que todos los que nos dedicamos a esta noble profesión tengamos que compartir espacio con gente que es ajena a este mundo profesional y que se entrometen por la simple razón de ocupar un espacio, como si la prensa fuese una delegación de Hacienda o una consejería del Principado. En un país como el nuestro, donde la mano de obra cualificada hace ya dos años que ha comenzado a irse de cien mil en cien mil, sorprende abrir la página web de un periódico cualquiera y observar que una de las columnas de opinión pertenece a una reputada psicóloga de Gijón, a la cual no deben de irle muy bien las cosas allá por la ciudad del Piles cuando viene a Oviedo a decirnos su opinión sobre esto y aquello. Sólo ocurre en España el intrusismo, ¿qué tal que los periodistas, nosotros, fuésemos a un hospital a tratar de curar a los pacientes? La respuesta es que nos echarían a patadas sin la menor contemplación. Yo entiendo que escribir sabemos todos, también cantar y hasta jugar al fútbol, pero hay zonas que no deberían de traspasarse, porque provoca verguenza ajena. Yo me conformo con mi blog para poner al país de vuelta y media, que es lo que se merece, pues no resido en él, pero me ofende sinceramente ver que se le concede espacio a personas que no son periodistas para publicitarse esas personas a sí mismas y por consiguiente su negocio empresarial utilizando al periódico. ¿O acaso la doctora no ha incrementado el número de pacientes desde que sale en la TPA de comentarista y en La Nueva España de columnista?

domingo, 16 de diciembre de 2012

Visonadas de visón


Hubo una época en España, allá por los años 70 y 80, en que era habitual ver puesto a las mujeres los famosos abrigos de visón.
A finales de los años 80 la cultura del abrigo de visón decayó, en parte porque las peleterías eran incapaces de crear innovadores diseños acordes a las nuevas modas, durante toda la década de los 90 el visón quedó relegado a pieza de museo, se convirtió en una prenda desfasada, símbolo del maltrato animal, pues el visón es el animal más explotado en las granjas de peletería europeas, junto con el zorro, la chinchilla, el lince, o incluso el hámster.


Ayer, en uno de mis frecuentes viajes a Oviedo, pude observar que la mujer ya entrada en años es portadora de este tipo de abrigos cuando el frío llega al Principado, son muchas las mujeres que llevan puestos los visones y las joyas por las calles de la capital asturiana, uno se siente realmente transportado a otra época, con ese olor de Guerlain en el ambiente impregnándolo todo.
En Oviedo van a contracorriente de la moda, no importa la prolífera campaña mundial que se ha llevado a cabo en contra del uso de las pieles en moda, incluso modelos como Naomi Campbell se han prestado a colaborar en dichas campañas posando desnudas.
Cabe decir que a partir del nuevo milenio, allá por el 2000/2001, se volvió a poner de moda el abrigo de piel, con diseños más juveniles y asequibles en cuanto a estilo para todas las edades, es decir, el visón dejaba de ser un abrigo exclusivamente para señoras que pasasen la barrera de los cuarenta o cincuenta años, ya no era patrimonio de nuestras madres y abuelas, sino que jovencitas podían comprar, siempre y cuando tuviesen esa capacidad adquisitiva, chaquetas juveniles fabricados en este material.
La cultura del abrigo de visón fue compatible con la de los años del gobierno socialista de Felipe González, Isabel Preysler o Carmen Franco Polo fueron ejemplos de personajes del papel cuché habituales de esta moda.
El uso de las pieles en moda es un símbolo de ostentación, no hay nada más caro que un abrigo de chinchilla o de visón, es el lujo del lujo, símbolo de poder económico, denota poder económico y, a la vez, es un ejemplo del mal gusto aquellos que sufren el llamado “síndrome del rico”, el cual consiste en aparentar no ser pobre, aparentar una gran solvencia económica, y lo padecen este síndrome los “nuevos ricos” es decir, aquellos que primero vieron en su vida miseria y carencia.
El abrigo de visón es un anacronismo, un símbolo de una época en la que no se era consciente de muchas cosas, una de ellas, que para la confección de este tipo de prendas hay que asesinar a una tipología de animales que no lo merecen. Es una prenda cara, y llevarla puesta conlleva dar a entender a los demás que no eres pobre, sino todo lo contrario, que tienes la capacidad de comprar un abrigo que vale miles de euros.
El rico de verdad, ese que lo tiene, lo guarda y prefiere la discreción, ese que tiene el buen gusto de combinar unos vaqueros del zara con unas zapatillas deportivas caras y un abrigo de paño huye de este tipo de ostentosidad, de algo que forma parte de la moda hortera de hace décadas.
Aunque siempre quedarán señoras que lleven puesto estos abrigos de visón, empeñadas en visonear, continuarán haciendo visonadas con el abrigo sacándolo a la calle, es decir, visonadas de visón.