Es una gran pena que todos
los que nos dedicamos a esta noble profesión tengamos que compartir espacio con
gente que es ajena a este mundo profesional y que se entrometen por la simple
razón de ocupar un espacio, como si la prensa fuese una delegación de Hacienda
o una consejería del Principado. En un país como el nuestro, donde la mano de
obra cualificada hace ya dos años que ha comenzado a irse de cien mil en cien
mil, sorprende abrir la página web de un periódico cualquiera y observar que
una de las columnas de opinión pertenece a una reputada psicóloga de Gijón, a
la cual no deben de irle muy bien las cosas allá por la ciudad del Piles cuando
viene a Oviedo a decirnos su opinión sobre esto y aquello. Sólo ocurre en
España el intrusismo, ¿qué tal que los periodistas, nosotros, fuésemos a un
hospital a tratar de curar a los pacientes? La respuesta es que nos echarían a
patadas sin la menor contemplación. Yo entiendo que escribir sabemos todos,
también cantar y hasta jugar al fútbol, pero hay zonas que no deberían de
traspasarse, porque provoca verguenza ajena. Yo me conformo con mi blog para
poner al país de vuelta y media, que es lo que se merece, pues no resido en él,
pero me ofende sinceramente ver que se le concede espacio a personas que no son
periodistas para publicitarse esas personas a sí mismas y por consiguiente su
negocio empresarial utilizando al periódico. ¿O acaso la doctora no ha
incrementado el número de pacientes desde que sale en la TPA de comentarista y
en La Nueva España de columnista?