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miércoles, 15 de enero de 2014

La solución




Pasa España por sus horas de descrédito más bajas a pesar de la ligera recuperación económica.  Dejando de lado lo mucho que nos quiere Standard & Poor, lo único que le quedaba a España de dignidad, la institución monárquica, ha terminado por convertirse en la Urdangarinada del siglo. Juan Carlos I no es ni la sombra de lo que fue y se empeña, como buen Borbón, en seguir al pie del timón. Para salvar a la monarquía el Rey tiene que abdicar en su hijo Felipe y, éste a su vez, convocar un referéndum para preguntarle al pueblo qué desea, si continuar con la monarquía constitucional o cambiar a una república. No vale la abdicación sin el posterior referéndum, pues la última vez que se hizo fue en 1978 y con la intención de aprobar la vigente constitución, al actual Rey realmente no se le eligió, se le ratificó en su cargo aprobando la Carta Magna. Con Felipe y Letizia habrá que pensarlo dos veces. Los Borbones han pecado siempre de poseer una mínima inteligencia y como estadistas han sido horrorosos, a excepción de Carlos III. No los quieren en ningún país, de hecho son las únicas dinastías reinantes las de España y Luxemburgo, a eso ya estamos acostumbrados, a que lo que no quieren en Europa lo acabemos aceptando nosotros.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Queridos políticos


Los políticos, a diferencia del resto de los mortales, pueden morir de dos maneras, la primera de ellas, en vida, con una muerte súbita, una "muerte política", cuando el contrincante les deja K.O ó incluso dentro de su propio partido cuando pierden unas primarias, o cuando nos les queda más remedio que dimitir de sus cargos, y, pueden morir como el resto de los mortales, cuando el corazón para y deja de latir, es decir, de muerte natural.

Esta semana se han muerto dos políticos, pero de distinta forma, así, Esperanza Aguirre ha dejado la política activa después de casi 30 años en ella, se ha "suicidado" políticamente, renunciando a su cargo de Presidenta de la Comunidad de Madrid, sus razones sólo y exclusivamente las conoce ella, pero nos ha dejado entrever que el cáncer que sufrió el año pasado, ha tenido una gran influencia en su decisión.

La otra muerte es la de un semental de la política, un hombre que ha vivido casi 100 años y hasta el último minuto de su vida, fumó sus cigarrillos y siguió la actualidad de España, se trata de Santiago Carrillo, quien falleció en la tarde del martes 18 de septiembre, a los 97 años, durante su siesta habitual, de forma natural y sin sufrimiento alguno.


Por tanto, dos políticos han muerto esta semana por diferentes causas, dos políticos de ideologías distintas y de dos generaciones diferentes, el lunes 17 amanecíamos con la noticia de la "muerte política" de Esperanza Aguirre, el martes 18 conocíamos la muerte natural del viejo león de Carrillo.

De hecho Carrillo se enteró, un día antes de morir, del suicidio político de Esperanza Aguirre.

Ahora bien, ¿con cuál de estas dos muertes nos quedamos? ¿Preferimos que Esperancita se haya retirado a un segundo plano de la política o clamamos al cielo para darle gracias por llevarse a Carrillo?

Esta semana se ha demonizado a ambos, es lo que tiene la política, uno se tira palas de excrementos a la espalda a lo largo de su trayectoria, quiera o no lo quiera uno, la mierda te acaba salpicando antes o más tarde.

Así, a Esperanza Aguirre se le han dedicado esta semana todos los improperios del mundo, entre ellos el de decirle que se va una vez que se adjudica el "pelotazo" del Euro Vegas de Madrid calificativos como "choriza", "fraude", "tapa-mierdas", "ladrona", "Esperrancia". "especuladora", "chula" "mala persona" o "prepotente".

Con Carrillo se han ensañado más los de la derechona, su pasado como supuesto genocida en el controvertido suceso de Paracuellos del Jarama ha pesado como una losa, no sólo sobre el propio Carrillo a lo largo de 70 años, sino que ha sido el adalid de la crítica más destructiva por parte de la derecha más reaccionaria, que siempre lo acusó de este lamentable suceso.

Con Carrillo desaparece una figura clave del siglo XX, un icono rojo de primera y una figura de primer orden en la Transición española de la dictadura a la democracia. Con Esperanza Aguirre desaparece una figura clave del PP, una política dura y que no se ha dejado atacar ni manipular por nadie, ahí están sus joyas verbales contestando a Gallardón, el propio Fraga o Aznar.

La Historia pondrá a cada uno en su sitio como se merece, el paso del tiempo nos dirá que tan buenos políticos eran cada uno de los dos.

República y Monarquía, izquierda y derecha, ricos y pobres, conservadurismo y progresismo, ambos políticos representan los dos polos opuestos que se enfrentaron en la Guerra Civil, lo anecdótico hubiese sido que Manuel Fraga hubiese aguantado unos meses más, y, en lugar de irse el pasado mes de enero, hubiese fallecido casi al mismo tiempo que Carrillo, un día uno y al siguiente el otro, hubiese sido digno de resaltar, que dos adalides de causas bien diferenciadas, con rencor y redecillas, pero respeto mutuo, se hubiesen ido a la vez, pero no ha podido ser.

Nadie sobrevive a la política, ni dentro ni fuera de ella, te puede destruir o destruirla tú a ella, uno se retira cuando cree que es conveniente, Esperanza lo ha visto venir. Carrillo nunca nos desveló el secreto de no dejar de fumar y llegar a los 97, en cualquier caso, ahora tiene que someterse al juicio de la historia, el mismo por el que otros pasaron antes, Azaña, Negrín, Sanjurjo, Mola, Millán Astray, Juan de Borbón, Alfonso XIII, o el mismísimo Franco.

Queridos políticos, adiós.