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viernes, 8 de noviembre de 2013

Amparo Rivelles


Amparo Rivelles  fue la digna sucesora de sus padres, los grandes cómicos (que era como se llamaban entonces) Rafael Rivelles (1898-1971) y María Fernanda Ladrón de Guevara (1896-1974).
Aprendió el oficio desde niña, en la compañía que dirigía su madre, la cual la corregía siempre a pesar del aplauso del público, para que se perfeccionase como actriz.
Amparo Rivelles no fue sólo una gran intérprete de cine, teatro y televisión, sino que fue además una gran belleza, fue el epitafio de la elegancia en el séptimo arte español, y llevó la dignidad a una profesión donde no siempre se hacen Buenos trabajos.
Trabajó con los más grandes, incluyendo a Orson Welles y Tulio Demicheli, vivió durante casi 25 años en México, donde se convirtió en “La señora Doña Amparo”, siendo la diva de varias telenovelas o seriales que ella puso de moda encabezando grandes repartos de actores, como “La hiena” (1973), o “Lo imperdonable” (1975), etc.
Vivió su vida como quiso, siendo una mujer libre, tuvo en México una hija de soltera, María Fernanda, a la que llamó como su madre, y a los 49 su hija la convirtió en abuela.
Regresó a España con las maletas en 1981 para seguir cosechando los mejores éxitos de su carrera en televisión (“Los gozos y las sombras”), cine (“Esquilache”), teatro (“Hay que deshacer la casa”) y hacerse con los premios más importantes de la profesión.
Ya en su ancianidad, la Rivelles seguía gozando del cariño del público, que nunca la dejó de querer, su rostro, no sólo era el de la mujer que ha vivido una vida larga y fructífera, sino el rostro de la dulzura, del amor, pore so, no hay compañero de profesión que hable mal de ella.
Doña Amparo se ha ido de entre nosotros llevándose el cariño, el respeto y la admiración de toda España.
Gracias Amparo, por los grandes momentos que nos has hecho pasar viendo tus trabajos.

martes, 19 de marzo de 2013

Mente sana en un cuerpo sano

Cuando el mundo vive su época más triste y aguda, sus sociedades carecen de valores espirituales, los políticos miran para su propio beneficio y la cultura que se muestra es simplemente la cultura del marketing y la imagen, los grupos ultraconservadores aparecen pisando más fuerte que nunca.
Se aprovecha esta facción política del descrédito al que se ha sometido a la democracia, como una reacción a tanto desastre y tan magno desmán de incompetencias. Ocurrió en Italia en 1922, ocurrió en Alemania en 1934, ocurrió en España en 1936, ocurrió en Chile en 1973, ocurrió en Argentina en 1976, ocurrió en otros tantos países.
Es muy reprochable pero no por ello ha de extrañarnos una actitud como la del jugador griego de fútbol Giorgios Katidis cuando hizo el saludo nazi alemán a la afición del estadio en el encuentro de su equipo, el AEK contra el Veria FC.
La alternativa a la democracia parece haber sido históricamente siempre el fascismo, las dictaduras, las revoluciones militares, en la propia Grecia se hizo en 1967 cuando la dictadura de los coroneles, apoyada en un principio por la familia real griega, lo cual le costó el trono años más tarde al rey Constantino.
El régimen nacionalsocialista de Hitler dejó un balance de seis millones de muertos en 1945, entre ellos, infinidad de polacos, judíos, rumanos, gitanos, homosexuales, minusválidos, mujeres y niños, y un largo etcétera.
Es muy fácil lavarle el cerebro a un joven hoy en día, sobre todo porque un joven selecciona los contenidos a la carta que quiere ver o escuchar, y estos contenidos pueden ir poco a poco construyendo en su persona una preconcepción de un mundo idealizado que se corresponde con un estado totalitario o fascista, mientras gana millones de euros por darle patadas a la pelota.
Éste joven no parece tener una mente sana en un cuerpo, a la vista está, sano.
Los directivos de la Federación Griega de Fútbol han sido implacables sancionándolo de todas las categorías de fútbol en la Selección. Si esto hubiese sucedido en España, se hubiese considerado una falta leve no muy a tener en cuenta.