Cuando el mundo vive su época más triste y aguda, sus sociedades carecen de valores espirituales, los políticos miran para su propio beneficio y la cultura que se muestra es simplemente la cultura del marketing y la imagen, los grupos ultraconservadores aparecen pisando más fuerte que nunca.
Se aprovecha esta facción política del descrédito al que se ha sometido a la democracia, como una reacción a tanto desastre y tan magno desmán de incompetencias. Ocurrió en Italia en 1922, ocurrió en Alemania en 1934, ocurrió en España en 1936, ocurrió en Chile en 1973, ocurrió en Argentina en 1976, ocurrió en otros tantos países.
Es muy reprochable pero no por ello ha de extrañarnos una actitud como la del jugador griego de fútbol Giorgios Katidis cuando hizo el saludo nazi alemán a la afición del estadio en el encuentro de su equipo, el AEK contra el Veria FC.
La alternativa a la democracia parece haber sido históricamente siempre el fascismo, las dictaduras, las revoluciones militares, en la propia Grecia se hizo en 1967 cuando la dictadura de los coroneles, apoyada en un principio por la familia real griega, lo cual le costó el trono años más tarde al rey Constantino.
El régimen nacionalsocialista de Hitler dejó un balance de seis millones de muertos en 1945, entre ellos, infinidad de polacos, judíos, rumanos, gitanos, homosexuales, minusválidos, mujeres y niños, y un largo etcétera.
Es muy fácil lavarle el cerebro a un joven hoy en día, sobre todo porque un joven selecciona los contenidos a la carta que quiere ver o escuchar, y estos contenidos pueden ir poco a poco construyendo en su persona una preconcepción de un mundo idealizado que se corresponde con un estado totalitario o fascista, mientras gana millones de euros por darle patadas a la pelota.
Éste joven no parece tener una mente sana en un cuerpo, a la vista está, sano.
Los directivos de la Federación Griega de Fútbol han sido implacables sancionándolo de todas las categorías de fútbol en la Selección. Si esto hubiese sucedido en España, se hubiese considerado una falta leve no muy a tener en cuenta.