Anoche asistimos a un clásico del fútbol español, el encuentro entre dos grandes, Real Madrid y F.C. Barcelona, los cuales disputaron su tercer y mejor enfrentamiento de esta temporada en el Camp Nou, con un resultado de empate 2-2. Los de Mourinho le regalan dos puntos al Barcelona y se mantienen a ocho de su máximo rival en la gran clasificación.
Tanto Messi como Cristiano Ronaldo estuvieron a la altura de las circunstancias, siendo Ronaldo quien marcó el primer gol, ambos tuvieron claras ocasiones de ganar el partido, el cual estuvo muy igualado en sus noventa minutos.
Lo paradójico de este encuentro merengue – culé, fue la afición blaugrana, la cual desplegó cartulinas rojas y amarillas en la grada formando una gran senyera catalana de cara a la galería, visualmente lo de anoche no tiene precedente en la historia del fútbol español ni en la de España como nación.
El mundo asistió, en vivo o a través de los medios de comunicación, al despliegue de una gran senyera catalana por parte de las 98.000 personas que llenaban el aforo del estadio.
No contentos con mostrar la senyera, en los minutos previos al partido y en los minutos se entonaron cánticos por parte de la afición al grito de “Independencia, independencia”, los cuales se repitieron en el minuto 17 y 14 segundos (para conmemorar la fecha de 1714 cuando el rey Felipe V tomó Barcelona) y pancartas con el lema Catalonia european next state (Cataluña nuevo estado europeo).
Es más que preocupante haber visto un evento futbolístico de tal magnitud politizado hasta tal extremo. Una vez más, en España, se mezcla el deporte con la política, se mezclan las churras con las merinas, todo en beneficio del pueblo que está hambriento de pan y circo, y se consiente, no se hace nada para impedirlo, lo cual demuestra la debilidad de un Estado resquebrajado, que tolera incidentes como el de anoche, que si bien son muestras de libertad de expresión, son ejemplos de una gran auténtica falta de respeto por parte de las autoridades catalanas a la afición del F.C Barcelona, cuya peña de socios está formada mayoritariamente por personas no catalanas, sin las cuales, no podría subsistir como club de fútbol.
Dice Arturo Mas sobre el espectáculo de anoche: “hay que destacar este ambiente espectacular, y además respirando este país, muy catalán, muy catalanista, pero a la vez este ambiente muy positivo y educado”. Se frota la manos el President en funciones porque se ha conseguido lo que los circuitos catalanistas buscaban previo al partido, llenar un estadio de casi 100.000 personas con sólo y exclusivamente personas de ideología radical o nacionalista que estuviesen dispuestas a portar esteladas (banderas independentistas) y senyeras (banderas catalanas) y cánticos a favor del despropósito de la independencia.
Porque si analizamos la cuestión del graderío, en un estadio que tiene un aforo para casi 100.000 personas, que es el estadio más grande de Europa, ¿cómo es posible que se llene sólo con personales nacionalistas? ¿Selección natural? ¿Dónde estaban los socios del F.C. Barcelona catalanes no nacionalistas que suelen acudir a este tipo de partidos? Me imagino que estarían en casa para evitar el bochorno o no se les habría permitido el acceso con la excusa del “lleno total” del estadio.
Con lo cual por un lado tenemos a unos líderes políticos que gobiernan el Parlamento de Cataluña pertenecientes a una ideología concreta, los miembros del partido CIU (Convergencia i Unió) que gobiernan sólo para los nacionalistas independentistas y se olvidan de su electorado no independentista, y, por otro lado, tenemos un estadio que pertenece a un club de fútbol que es de todos los socios del F.C. Barcelona, es decir, catalanes (independentistas o no) y resto de españoles que se llena a tope de asistentes pero sólo de una ideología en particular, la nacionalista radical independentista.
Me recuerda lo sucedido la pasada noche a la película de John Huston de 1981 Evasión o Victoria, protagonizada por Pelé, Sylvester Stallone y Max Von Sydow,
La película está inspirada en un hecho real llamado El partido de la muerte. El 9 de agosto de 1942, el FC Start, un equipo de ex-jugadores del FC Dinamo de Kiev (en su mayor parte) se enfrentó al más potente equipo alemán, en la época en que Ucrania estaba ocupada por el III Reich. Los jugadores del FC Start, a pesar de ser advertidos de que, en caso de vencer, serían ejecutados, ganaron y humillaron a los alemanes para el delirio colectivo. Pocos días después las amenazas se cumplieron.
A pesar de estar inspirada en este hecho real, la historia de la película varía un poco con respecto a la misma. La película está ambientada hacia 1943 en el campo de concentración de Gensdorff. Un oficial alemán visita el campo y ve a unos prisioneros jugar al fútbol, y, al recordar que había sido jugador antes de la guerra, se le ocurre organizar un encuentro entre una selección de futbolistas alemanes y los prisioneros.
La pasada noche hubiese sido anecdótico que, en un estadio de seguidores del Barça, en este caso sólo miembros de la Asamblea Catalana e independentistas, donde el equipo juega en casa ante su afición, hubiese ganado el Real Madrid, el cual tuvo claras ocasiones de hacerlo, ya a los pocos minutos de comenzar el partido, con el gol de Ronaldo, había una cierta esperanza, hubiesen tenido que salir por peteneras del estadio en caso de ganar, ante el delirio nacionalista y la indignación, porque esa victoria, aunque sólo futbolística, para algunos habría representado el triunfo del Estado español ante un territorio que se quiere independizar, hubiese sido tomado mal por todos estos visitantes al estadio portando pancartas y banderas, hubiese sido una gran decepción, la derrota y humillación de una Comunidad Autónoma, que utiliza a un club de fútbol, cuyos socios mayoritariamente están fuera de Cataluña, para imponer su ideología y mostrarlo al resto del mundo, humillando a la vieja España.
Pero lo paradójico es que el resultado fue un inesperado empate, si lo tomamos desde el punto de vista simbólico, estas tablas significan que ni independencia ni centralismo feroz, sino que ambos, el Estado español y el conjunto de catalanes, están condenados a entenderse y a cooperar, sin secesiones ni federalismos, sin crispación por ambos lados, porque tanto monta monta tanto, España incluye Cataluña y Cataluña es parte integral de España y la Unión Europea, sólo contemplaría una incorporación de Cataluña en su seno si España se lo permite, y España por ahí no pasa, porque España somos todos, la Soberanía Nacional es del pueblo español, de todos.
Anoche hubiese sido necesario por parte del poder político este tipo de espectáculos, pero a Cataluña se le ha dado demasiado poder por parte del Gobierno de la Nación, hasta el extremo de que todo este entramado político de llenar un estadio y utilizar un partido de fútbol para mostrar su desacuerdo con formar parte del Estado, ha sido permitido con el visto bueno de una Generalitat politizada y corrompida hasta límites inimaginables.
Me pregunto qué pensaban los jugadores en ese momento mientras corrían detrás de la pelota, porque unos más y otros menos, nadie es indiferente a este tipo de bochornosos espectáculos.
Si España fuese un país serio, anoche se hubiese tomado medidas para evitar este tipo de “demostraciones pacíficas” y exaltaciones que me recordaban a las del Bernabéu con Franco en otros tiempos, mismo perro, diferente collar.