Europa es un continente muy conservador, y cada vez más evoluciona hacia un conservadurismo atroz.
Sin ir más lejos no hay más que observar los jóvenes de hoy en día, son más conservadores que lo que lo fueron sus padres en una época que era más difícil.
Estados Unidos por un lado, con su moral puritana (pues fueron los puritanos ingleses quienes fundaron las famosas Trece Colonias, en el siglo XVIII) y el Vaticano por otro, influyen en el mapa europeo en cuanto a valores y actitudes se refiere.
La moral estadounidense condena la desnudez humana en una foto de una página web, en una película, o incluso en una obra de arte, por considerarlo poco decoroso, pero no condena la posesión de armas de fuego por parte de las personas, cuyas armas matan a la gente en plena calle, colegios de niños amparado por la Ley.
El Vaticano aún no ha evolucionado en temas concernientes como la homosexualidad de las personas, (donde hay leyes promulgadas en más de diez países del mundo que protegen los derechos fundamentales de personas de orientación sexual diferente) o en temas más escabrosos, como la eutanasia o el aborto (donde también hay legislación abundante dependiendo de cada país).
La influencia por tanto es mutua, Estados Unidos influye en Europa y en el resto del mundo con su cultura imperialista, influye a su vez en el Vaticano, no es de extrañar que alguno de los Papas que hemos tenido a lo largo de la historia hayan sido decisiones influidas por el Gobierno de USA, y poco influye Europa en USA más que lo justo y necesario, pues los americanos se consideran un mundo aparte en todo.
Con la llegada masiva de nuevos países a la Unión Europea en el año 2004, entre ellos Polonia, se acabó de construir un nuevo universo de mezclas culturales, étnicas y lingüísticas que configuraban una Europa más rancia que nunca, donde países que habían estado bajo el mando comunista de la URSS ahora venían a poner su voz y voto en un nuevo espectro político, comenzaba por tanto una oleada masiva de emigrantes a países como Reino Unido, Francia, Alemania o España (ésta última antes de la crisis) y llevaban consigo un cúmulo de prejuicios y barreras difíciles de superar en un mundo nuevo.
Europa siempre ha sido un continente de guerras y problemas religiosos, España expulsó a los árabes, a los judíos más tarde y a los franceses de la península, Inglaterra rompió con el Vaticano porque éste se oponía a la unión de Enrique VIII con la plebeya Ana Bolena, ignorando el matrimonio con la princesa española Catalina de Aragón, Francia inició una revolución social en el siglo XVIII donde rodaron las cabezas de los aristócratas y miembros del clero… y así podríamos seguir contando infinidad de ejemplos. Europa ha sido siempre una torre de Babel peligrosa, un polvorín donde unos y otros han querido siempre gobernar, España dominó Europa en los siglos XV, XVI y XVII, Francia en el XVII y XIX y Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, y Francia de nuevo en el XX.
La Unión Europea no es más que una respuesta a los Estados Unidos de América, llevar a la práctica la idea de Churchill de los Estados Unidos de Europa, donde todos nos llevamos como colegas pero cada uno barre para su casa, sobre todo Francia, Alemania y Reino Unido, éste último con anhelo de irse de un ente en el que jamás ha confiado.
España nunca se ha sentido europea hasta llegar a 1986, Franco nos aisló en un bunker donde no penetraba ni el aire que provenía de Europa, Europa para nosotros era algo que no entendíamos, nos daba igual, porque ya desde los Borgia, estando Alejandro VI de Papa en el Vaticano se le obligaba a hacer lo que los Reyes de España querían, es decir, repartirse medio mundo con Portugal en la época de los descubrimientos.
Felipe II y Carlos V respectivamente enviaban a sus temibles ejércitos, los famosos Tercios de Flandes a sofocar cualquier revuelta en Flandes (actual Bélgica y Países Bajos), la revuelta era en pro de la libertad política, religiosa y social.
Ni Amsterdam en Holanda es ya tan “progre” ni incluso Barcelona, ni mucho menos Paris, queda lo transgresor en la superficie y se hunde con los nuevos valores, el conservadurismo se expande y con el conservadurismo, el neofascismo, el radicalismo, el ultra-conservadurismo…
Los valores de los jóvenes del siglo XXI, son en cierta medida “carcas”, hasta sus abuelos eran más “progres” todo ellos fruto de una pésima educación de finales del siglo XX, hay un dicho que dice algo así como “no eduques a tus hijos en el mismo modo que te educaron a ti y no te gustó”, pues bien, muchos padres ignoraron tal refrán.
Es una pena ver que jóvenes de 18 años condenan la homosexualidad, que una mujer tenga varios amantes, que un chico se case con otro chico, que adopten, que una mujer decida abortar, que un hombre mayor decida morir en el pleno uso de sus facultades.
Unos más y otros menos, pero entre todos un poco, han creado una generación venidera temible, más promiscua sí, pero más intolerante también, menos solidaria, más cobarde y, ante todo, europea de palabra y oración, pero no de convicción.
Pronto tendremos nuevo Papa, que será otro dogmático conservador al servicio de USA, de la corrupción dentro de una institución que ya de por sí es un anacronismo histórico, y todo ello acompañado de la vuelta al poder del italiano Silvio Berlusconi, siempre nos quedará Obama, pero Obama ha resultado no ser tan bueno como cuando nos vendió la moto, por eso a Obama le sucederá un republicano cuando llegue el momento.