La nueva era ha llegado, algo que supera a Matrix, Avatar, o incluso, Prometheus, se trata de la nueva página web de la Casa Real, www.casareal.es, la cual ha sido presentada hoy.
Tres generaciones, padre, hijo y nieta, rey, príncipe e infanta, para darnos a entender, por si alguno aún no se ha enterado, que a Su Majestad, de 74 años, lo sucederá su hijo, de 44, Su Alteza Real el Príncipe Felipe, y, a su vez, al futuro Felipe VI, lo sucederá su hija de 7 años, una vez que se reforme la Constitución eliminando la Ley Sálica, que da preferencia a los varones sobre las hembras.
La página web, presume de ser de las más modernas del mundo, sólo superada por la británica, pues desde ahora, los ciudadanos podrán enviar sus cartas a golpe de teclado a los miembros de la Familia Real.
Ésta página, mejorada estéticamente, no es más que un gasto superfluo para dar un lavado de imagen, tras el escándalo del Duque de Palma, hacernos ver lo bonita que es la absoleta Monarquía, sus miembros y confirmarnos, una vez más, que no tiene futuro alguno una vez que desaparezca Don Juan Carlos, ni en la persona de su hijo, ni en la de cualquier otro miembro de su familia.
Si bien es cierto, que los últimos 37 años, han sido los de mayor estabilidad de toda la historia de España, que se devolvió al pueblo español unas libertades y derechos de las que careció por siempre jamás, hay que reconocer el mérito de que esta Monarquía fue fruto de un esfuerzo personal y colectivo, personal reflejado en la persona de Don Juan Carlos, hombre campechano y afable, criado a la sombra castrante del dictador Franco y, colectivo, porque hubo un consenso democrático por parte de todas las fuerzas políticas del Estado para que el proyecto de Ley para la Reforma Política saliese adelante.
Ahora bien, muchos, entre los cuales me incluyo, nos consideramos juancarlistas, que no monárquicos, esta Monarquía fue un fenómeno nuevo en la historia de nuestro país, pues fue instaurada por un dictador mediante Ley Orgánica en 1969, y asimismo fue derribada por el nuevo Monarca mediante la famosa octava Ley Fundamental del Reino.
No tiene antecedente ni tendrá precedente, no es la Monarquía de su abuelo, bisabuelo, ni tatarabuela, ni será la de su hijo cuando reine, la cual, si se da el caso, será una Monarquía más efectista, más de corazón televisivo, de papel cuché, dado el origen de la Princesa de Asturias, será una Monarquía de medios de masa, hollywoodiense, quizás menos eficaz y que no tendrá un sustento tan sólido como el que tiene ahora, pues los Príncipes no tienen el carisma de los Reyes.
La Monarquía del siglo XXI pasa porque no haya Monarquía, Juan Carlos I ha marcado una época, la cual se terminará cuando él desaparezca, no porque la Monarquía haya sido mala, sino porque el pueblo español ya ha madurado lo suficiente, para saber que le conviene y lo que no le conviene, los reyes y príncipes forman parte del pasado, como la Iglesia, o como la aristocracia, son estamentos clasistas de antaño, vivimos en un estado laico, civilizado, donde todo más o menos funciona, donde todo vale, hasta cierto punto, dado que una periodista se ha casado con un Príncipe, el siglo XXI observará cambios, bien dentro de esta familia, la cual intenta readaptarse y modernizarse, o bien dentro del sistema de Estado en cuanto a fórmula de Jefatura.
La Monarquía tiene a su favor que trajo la democracia, se descompuso, a través de la propia Ley, un sistema dictatorial, evitando para ello una guerra en el país y un vacío de poder, en contra tiene los escándalos, el que más duele y pesa es el de Iñaki Urdangarín, el yerno que se creía listo y dio el braguetazo de su vida.
No hay Monarquía que mil años dure, y los Borbones lo saben precisamente, se adaptan con los tiempos, como tuvo que adaptarse la Reina de Gran Bretaña, cuando la muerte de su antigua nuera le redujo los índices de popularidad entre sus súbditos, ahora goza de los mejores apoyos, el paso del tiempo la ha favorecido.
Lo lógico es que Su Alteza Real, el príncipe Felipe, una vez coronado por las Cortes Españolas, cuando llegue el momento, convoque un referéndum, para que, al menos, el pueblo español, elija, si seguir con los Borbones, o cambiar a una fórmula nueva en quien recaiga la Jefatura del Estado.