No por esperada deja de sorprendernos la muerte de Hugo Chávez, el dictador que ha gobernado Venezuela con mano de hierro desde 1999.
Hace aproximadamente un año y medio tuve la inmensa suerte de ser uno de los privilegiados en leer una información filtrada por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, los cuales practican el espionaje en medio mundo, con especial atención a los países del cono sur de América.
Dicha información era contundente, a Chávez le quedaban dieciocho meses de vida. La profecía se ha cumplido. No ha fallado. Matemáticamente han dado en la diana los gringos. Ni un mes más ni un mes menos. Nunca se me olvidó esa noticia cuando la leí, al principio quise pensar que era una de esas pseudo noticias del estilo al as que se pueden ver a veces publicadas en yahoo pero no, los yankies sabían que al tirano le quedaba menos de dos años, que no hay cáncer de colon al que se pueda sobrevivir.
Durante el último año y medio, nos han estado vendiendo humo desde Venezuela, el Gobierno de la Nación, los médicos, los allegados, todo en el más enigmático secretismo, nada debía de saberse, sólo que Chávez se iba a operar en Cuba, y así ha sido, hasta cuatro veces, y que le ponían radioterapia y quimioterapia, pero nada que pudiese presagiar sobre la gravedad de su dolencia.
Es decir, que están más y mejor informados en Estados Unidos que en la propia Venezuela, en USA cual horóscopo ya sabían del destino del mandatario venezolano con mucha antelación, en Venezuela, querían creerse que era una típica historia de esas de telenovelas que tan a menudo observan en televisión con un claro final feliz, querían pensar que Dios, ese dios del ateo comunista al que se aferra el no creyente cuando tiene un pie en el más allá, le iba a salvar de una enfermedad altamente mortal.
Darle telenovelas al pueblo es una forma de mantenerle entretenido para que no piense, para que no analice si esto o aquello nos conviene, si merece la pena la revolución bolivariana, este tipo de república, o esta forma de gobernar. Se trata de crear monos, y darle cacahuetes al mono en forma de telenovela informando de manera tóxica, siempre proveyendo con una información viciada en unos medios de comunicación controlados por el poder comunista.
El gran mono, el orangután, ese hombre que se creía Dios salvador de la patria, otro dictador mediocre más a engrosar la lista de fallecidos en los últimos años, ha estirado la pata hoy, no sin creer antes de hacerlo, que podía sobrevivir a su propia enfermedad, su propia condena de vida, cuando en USA y otros muchos países, su muerte era ya la crónica de una muerte anunciada.