Para todos aquellos que hubiesen preferido evadirse de esos debates ilógicos e insensatos sobre la independencia de una región de España, como ese supuesto gran debate de telecinco, la primera cadena de televisión española retrasmitió la noche del sábado la magnífica adaptación que Mario Camus hizo para el cine de la novela del mismo título de Don Miguel Delibes, “Los santos inocentes” (1984).
Sería conveniente, de vez en cuando, mirar al pasado, para entender el presente en que vivimos y, a su vez, mejorarlo, sin teles, radio o partidos políticos que nos manipulen y, aprovechando una crisis política, nos digan que siendo independientes, estaríamos mejor.
Alemania se reunificó en 1989, los nacionalismos son humo en países como Francia o Italia, la secesión de Escocia no se les pasa por la cabeza a los políticos británicos. Los intentos de independentismo en los actuales Estados Unidos de América se borraron del mapa a finales del siglo XIX, cuando el viento se llevó todo el viejo sur. Todos aquellos países europeos que se han independizado en el siglo XX viven hoy peor de lo que vivían cuando formaban parte de la extinta URSS, Yugoeslavia o de aquel país llamado Checoslovaquia.
No me imagino en la tele francesa, alemana o italiana un debate sobre una región de cualquiera de esos países que se quisiese independizar, el debate pasa porque no tiene que haber debate sobre algo que, solamente en un supuesto remoto, nos replantearíamos, pero, directa o indirectamente, estamos todos alimentando el fenómeno del nazionalismo, que estaba dormido desde los primeros años del siglo XX, el cual ponía bombas a los ministros del rey Alfonso XIII (abuelo del rey Juan Carlos) y que, en mayor ó menor medida, contribuyó a la caída de la Monarquía en 1931.
En la cadena privada telecinco se habló, la noche del sábado 15 de septiembre, de la Diada independentista del pasado 11 de septiembre, con gran preocupación de estado, debido al hecho de que más de un millón y medio de personas aprovechó la fiesta nacional catalana para mostrar su postura a favor de la independencia de Cataluña. Frecuentemente le damos voz y micrófono en radio y televisión a los mercenarios de España, metidos a contertulios. Una de las aberraciones que escuché en el programa de Jordi González fue, como Santiago Spot, presidente de Catalunya Acció, con pose de intelectual, dirigente de un partido político al que votan cuatro amigos, hablaba al resto de contertulios como si él no fuese español, con una soberbia y chulería nunca vistas antes en televisión, explicando que, en el supuesto que Cataluña se separase del resto del Estado, su economía subiría hasta el punto de que sería equiparable a la de Suiza, Finlandia ó Dinamarca; si ser progre en España, consiste en que salgan estos radicales libres a intentar lavarnos el cerebro en horario de “prime time”, yo entonces debo de pertenecer al siglo XIX, al Romanticismo; lo lamento mucho, no les entiendo, no porque no hablen español, no entiendo su postura ni sus postulados, es algo inverosímil, absurdo, ilógico, imbécil, idiota, tonto, grosero, soez, mezquino, hipócrita, chantajista, aberrante y fuera de lugar.
Yo puedo sentirme, poco, mucho, o algo español, pero no por ello defenderé jamás la independencia de un territorio del resto del Estado, porque sería volver a las cavernas de la Historia, regresar a la épocas anteriores a los Reyes Católicos, sería ir para atrás, retroceder, ir cuesta abajo, de culo y sin frenos.
Malos políticos los hay en todas partes, pero en Cataluña también, malos, malísimos, infumables, con esas gafas de Andreu Buenafuente y ese odio hacia todo lo español, gastan más dinero en traductores y embajadas catalanas que en camas para los hospitales de la seguridad social.
España es el todo, y hay el todo o la nada, pero no las partes, Cataluña lleva años chantajeando a España con su doble juego y sus dos idiomas, a los extranjeros les hablan en castellano y al resto de españoles en catalán, es lógico que nos caigan mal, ellos mismos se hacen caer mal, nadie les asfixia, nadie les roba, nadie les presiona, jamás han sido antes Nación ni han tenido la holgura económica que poseen actualmente.
¿En que país de Europa ocurre lo que ocurre en España, es decir, que un presidente de una Comunidad Autónoma haga discursos independentistas en su Comunidad, para luego ir a Madrid al Congreso y hacer un discurso diferente? ¿Acaso somos un país al cual no hay que tomar en serio en el mundo mundial?
Disfruté la noche del sábado deleitándome con esta joya del cine español, cuyos actores protagonistas, Alfredo Landa y Francisco Rabal, obtuvieron, ex-aequo, la Palma de Oro del Festival de Cannes a la mejor interpretación masculina, en 1984. Una crítica sobre la película “Los Santos Inocentes” estará disponible en breve en elpatiocinéfilo.com
Y al nazionalismo que le… dejen caer por su propio peso, esa gente no es feliz, viven amargados y llenos de odio y ego.
Por hoy, buenos días.