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domingo, 18 de noviembre de 2012

El Bovarismo


En palabras del escritor Marcelo Scalona, el Bovarismo es una de esas enfermedades que (curiosamente), debería propagarse para fortalecer al hombre y salvaguardar la especie. Es más, sólo si sucede una pandemia universal de bovarismo, el hombre del futuro podrá sobrevivir a las máquinas, las corporaciones y el discurso unilateral del poder nuclear. 
Se entiende por bovarismo el estado de insatisfacción crónica de una persona, producido por el contraste entre sus ilusiones y aspiraciones (a menudo desproporcionadas respecto a sus propias posibilidades) y la realidad, que suele frustrarlas. El término fue utilizado por primera vez por el filósofo francés Jules de Gaultier en su estudio Le Bovarysme, la psychologie dans l’oeuvre de Flaubert (1892), en el que se refiere a la novela Madame Bovary de Gustave Flaubert, en concreto a la figura de su protagonista, Emma Bovary, que se ha convertido en el prototipo de la insatisfacción conyugal.
Pocas novelas han dado tanto que hablar como Madame Bovary de Gustave Flaubert. Esta obra, de puro corte realista, produjo en la sociedad europea primero, y en todo Occidente después, una serie de críticas, análisis e investigaciones fuera de lo común.
Don Quijote fue el primer bovarista, el ingenioso hidalgo fue el primero en contraer el temible mal, de esta enfermedad crónica, incurable, sintomática, y Miguel de Cervantes fue el primer descubridor del virus. Aunque el término bovarismo no está recogido en el Diccionario de la Real Academia Española tiene un uso relativamente frecuente en obras ensayísticas y figura en diccionarios de Psicología.
Los bovaristas son unos auténticos incomprendidos por una sociedad hipócrita del siglo XXI, como lo fueron Ana Ozores y Emma Bovary dos siglos antes.
Transitan por la calle buscando el ideal de las cosas, ni el parque está lo suficiente verde, ni las calles lo suficientemente limpias.
El bovarista es capaz de suicidarse por ser incapaz de soportar la vulgaridad que le rodea, la de una sociedad feista donde cada vez más son frecuentes los desahucios y suicidios, no lo haría si fuese acosado por su banco bajo amenaza de ser despojado de su propia casa, ¡qué contradicción!