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domingo, 24 de noviembre de 2013

Crimen de Estado



El 25 de noviembre de 1963 enterraron a John Fitgerald Kennedy, el 25 de noviembre de 1963 era un lunes tal como hoy de hace 50 años.

Kennedy fue la quinta ensencia de la persona antitodo, antisistema, un reformista de los pies a la cabeza, verdadero demócrata, a pesar de haber llegado a la presidencia de una forma un tanto oscura.

A Kennedy lo eliminaron los poderes del estado, un poco todos colaboraron en quitar de en medio a una persona que iba a cargarse ese sistema Americano consistente en financiar guerras y crear un entramado de negocio empresarial en base a esa financiación.

Kennedy no quería más Vietnam, ni Cuba, ni URSS, ni CIA, ésta última era el peligro más grande para la democracia estadounidense, y fue precisamente la CIA quien le borró del mapa en colaboración con agentes del FBI, miembros del crimen organizado, la mafia y el poder económico quien borraron la impronta del trigésimo quinto presidente de Estados Unidos.

Primero se cargaron a Marilyn Monroe, quien sabía demasiado de los Kennedy y amenazaba con abrir la boca, pero aquello fue un año y medio antes, se nos presentó de igual manera que el asesinato de Kennedy, un crimen encubierto que pareciese algo diferente, en aquel momento, un suicidio de una persona depresiva.

La Comisión Warren no fue más que un tinglado creado por Lyndon B. Johnson para cerrar de manera oficial la investigación molesta de su predecesor aludiendo que sí había sido una conspiración pero que no había pruebas refutables de ello, con lo cual sólo se aceptaba la teoría de que aquel loco llamado Lee Harvey Oswald había actuado sólo o en compañía de outros pero los disparos provenían todos de su rifle.

El ex-fiscal del Distrito de Nueva Orleans, Jim Garrison, se pasó casi media vida analizando el caso Kennedy, a su muerte el director de cine Oliver Stone le homenajeó en la película “JFK, caso abierto” de 1991, donde Kevin Costner interpreta a Garrison. La película hacía las veces de mito contra mito, a tenor de los resultados de la Comisión Warren de 1979.

John Fitzgerald Kennedy representó las esperanzas de muchos americanos, los ideales de una nueva generación, lo cual se truncó con el magnicidio de Dallas aquel viernes 22 de noviembre de 1963.

Entre todos lo matarón y él sólo se murió, todo se encubrió, se destruyeron pruebas, se borraron otras, se alteraron testimonios, se silenciaron otros, un auténtico desastre de investigación policial manejado por los poderes del estado, pero lo más grave de todo es que le expusieron a la muerte como un blanco perfecto y le dejaron morir, le abandonaron como un objetivo a merced de tiradores profesionales que utilizaron a Oswald como cabeza de turco (el cual no tenía puntería ni para acertar alguno de los disparos).

El misterio en torno a la muerte de Kennedy quizá no pueda ser revelado jamás, en parte porque la mayoría de las personas relacionadas con este caso han muerto o están a punto de morir. 

Kennedy fue un mártir de su época, como lo fue el papa Juan Pablo I o la propia Marilyn, fueron personas trasgresoras, que soñaron un mundo mejor pero que se encontraron con enemigos muy poderosos, los de siempre, los que tienen el poder económico y sufragan el poder politico, la banca y los millonarios.

Aquel mes de noviembre de hace 50 años Estados Unidos asesinó por segunda vez a uno de sus presidentes, cien años antes había sido Lincoln la víctima, pero en aquel entonces fue por causa de un fanático enloquecido, como ocurrió con John Lennon, o Martin Luther King, pero en el caso de Kennedy no fue un fanático, el fanático sí lo hubo, en este caso Oswald, pero sirvió de tapadera a un complot organizado desde el poder para cambiar al cabeza de ese poder. Fue un crimen de estado.

A JFK, por expreso deseo de su viuda, Jacqueline, le hicieron un funeral de estado como el que se le hizo a Abraham Lincoln en 1865, el cual fue asesinado en viernes también, y el cual consiguió algo por lo que la sociedad le estará agradecida por la eternidad, acabar con la segregación racial y la esclavitud.

sábado, 24 de noviembre de 2012

J.R.




Ha muerto J.R., el actor estadounidense Larry Hagman. Ha muerto esta vez en la vida real, sin ficción, sin cliffhanger (esos cierres inesperados de temporada para mantenerte en vilo para la próxima temporada).

Harry Hagman fue un actor que no pudo hacer una carrera brillante en Hollywood en películas de primera categoría, a los 47 años el éxito mundial le llegó encarnando al villano más famoso de la televisión, el personaje más perverso y maquiavélico de las soap operas (telenovelas) made in USA.

Dallas fue la serie más exitosa de los 80, trece temporadas y 351 episodios la avalan, ni Dinastía ni Falcon Crest pudieron competir en audiencia con la mítica e icónica serie, creada para la CBS en 1978.

En España, más de veinte millones de personas veían Dallas en 1980, cuando Jose María Calviño dirigía la tele pública, y no había otro canal más que la primera y la segunda cadena de TVE.

Luego dejó de emitirse, no se compraron más episodios que las primeras temporadas de la serie, se pudo ver íntegra en la televisión gallega, era gracioso ver a los americanos hablando con acento celta y escuchar de la desgraciada Sue Ellen decir cosas como "JR ¿o que diaños está dicindo?".

Nos sorprendía la serie por aquel entonces por las buenas y malas cosas que les ocurría a la familia Ewing, a fecha de hoy, cualquier historia de cualquier familia de a pie supera con creces los traumas de los Ewing, hay un Dallas en cada casa española, pues los ricos también lloran, porque no saben lo que es la necesidad, pero los pobres ya están acostumbrados a llorar porque están habituados.