viernes, 3 de agosto de 2012

Esa cosa llamada España (III)



Hoy no me voy a acostar sin hacer antes esta profunda reflexión:

España se ha convertido en un reino de taifas, como hace miles de años, donde una persona tiene que pagar más impuestos que otra, por vivir en una comunidad autónoma determinada.


Hay comunidades autónomas que se consideran países y fomentan el odio hacia la vieja España.


Se gasta dinero en pinganillos para el Senado para que un andaluz de Barcelona hable en catalán a un madrileño de Soria y se disminuye el número de sillas de ruedas eléctricas para los enfermos de esclerosis múltiple.


No es sólo la crisis financiera basada en el ladrillo, sino la crisis política, el modelo de las autonomías es un auténtico fracaso desde Lugo hasta Tarifa, que no tiene sentido en una Europa sin fronteras y en un estado democrático y de derecho.


España está podrida, no sólo arruinada, podrida por sus políticos cainitas que barren para sus casas y algunos de ellos cobran cuatro o cinco sueldos, está podrida desde la Zarzuela hasta el ayuntamiento más pequeño, roba el yerno del Rey y roba el alcalde del pueblo más pequeño.

No sólo nos hace falta glamour, nos hace falta ética, regenerar un país donde todo está contaminado, donde se ha perdido el norte de cómo reconducir un país inmenso de extensión y lleno de recursos.


Deberían de empezar por eliminar el Senado, las Autonomías, las diputaciones, la Generalitat, etc etc etc.


España no es Francia pero podría serlo, hace falta coraje, valor, clase y determinación para conducir una nave que tiene el volante retorcido y la dirección asistida rota.

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