Quejarse no está bien visto en España, ya no digo informarse, donde te miran como si fueses tonto.
Vivimos, por desgracia, en una sociedad "light", un estilo de mundo feliz donde se ha conseguido aplacar a la masa, donde la mayoría está silenciada y, ante una injusticia, se reacciona con lentitud, protestar, reclamar, quejarse por tus derechos parece como que está fuera de lugar, como si fuese algo anormal, descontextualizado, en una sociedad como ésta, donde todo está prohibido o es políticamente incorrecto, por ejemplo está prohibido fumar en sitios públicos, está prohibido conducir a determinada velocidad, está todo moderado.
La sociedad que nos toca vivir, a fecha de hoy, es una sociedad moderada, donde todo o casi todo es "light", quejarse no tiene cabida dentro de este tipo de sociedad, que los medios de comunicación, las multinacionales extranjeras y los sucesivos últimos gobiernos han logrado fomentar.
El aplatanamiento es feroz, uno se acerca por ejemplo a la estación de tren FEVE de un pueblo cualquiera, donde parece que trabajan dos mil empleados pero nadie mueve un dedo, y en una ventanilla gigante que hay dentro del edificio, supuestamente para que te informen, no hay nadie, y, cuando de repente pasa alguien por allí y le preguntas cierto tipo de información, como por ejemplo si un determinado tipo de abono sirve para tal o cual ciudad o pueblo, la respuesta es ambigua, ni él mismo lo sabe ¡y trabaja ahí! Y la cara con la que te mira lo dice todo, se traduce en ¿por qué c*** me preguntas algo?
En resumidas cuentas, vivimos en un país donde la Policía pega, los controladores aéreos no quieren ir a trabajar, los aviones se caen, se construyen carreteras que los coches no usan, aeropuertos sin aviones, circuitos de fórmula uno donde no celebran campeonatos y, lo más importante, donde el cliente nunca, o casi nunca, tiene la razón, ya sea usuario, consumidor o cliente, quejarse, que es un derecho, está mal visto por la falta de práctica, y mal gestionado, la respuesta es lenta, estrepitosa y falta de profesionalidad.
Tal y como está España actualmente tendríamos que quejarnos una vez al día por lo menos, no hace daño pero desmotiva tanta decepción, si las cosas no funcionan correctamente habrá que quejarse, guste o no guste, porque uno de los aspectos positivos de la queja es mejorar el servicio que se da al usuario final.
¿O vamos sólo a esperar a quejarnos cuando los trenes no funcionen o no haya gente para conducirlos? Ya sería demasiado tarde, porque tarde es siempre la reacción española a la hora de actuar.