sábado, 2 de mayo de 2015

Quinquis

Ayer el canal Paramount, aprovechando que era el día del trabajador en España, prescindió de emitir las habituales películas del oeste para proveernos con una larga relación del cine conocido como“quinqui” (del inglés kinky = perverso, degenerado, pervertido). Ya que los trabajadores descansaban, nos proyectaron un cine de vagos, de aquellos que nunca hincaron el codo y vivían de robar para subsistir y pagarse sus vicios. Pícaros y delincuentes que la sociedad ha convertido en heroes de un país como éste tan contradictorio. Cuatro películas visualicé con gusto, algunas de ellas no las había visto antes, “Yo, el vaquilla” (1985) y la trilogía del Torete, “Perros callejeros” (1977), “Perros Callejeros II” (1979) y “Los últimos golpes de El Torete” (1980). Todas ellas dirigidas por José Antonio de la Loma. Cine de la transición, de realismo social, de destape, cine atrevido con actores no profesionales que se interpretaban a sí mismos, todos ellos muertos antes de los 40 como consecuencia de la heroína. Me dejaron un mal sabor de boca por ser de una estética feísta, desagradable, que refleja una realidad, la de los barrios marginales de aquella Barcelona donde se instalaron los inmigrantes andaluces. Todos estos pícaros vivieron una época que no era la suya y sucumbieron a la plaga de la droga. Cuando el Torete se gastó el dinero que hizo con las películas y se libró de juicios y condenas, se fue a vivir a Murcia, donde se casó y tuvo una hija, pero para entonces ya había contraído el sida y murió a los 31. El Torete descansa en un nicho del cementerio de Montjuic junto a su hermano Basilio. El Vaquilla tuvo mejor suerte, ya que su tumba en el cementerio de Gerona está casi al lado de la del ex-ministro Laureano Figuerola, creador de la peseta. Paradojas de la vida.